El concepto de la conservación preventiva comenzó a impulsarse en los ámbitos técnicos de la conservación de los bienes culturales hace más de tres décadas. A pesar de ello, solo en la última década ha cobrado valor como una herramienta crucial para ofrecer soluciones efectivas y científicamente fundamentadas, aplicando un cambio estratégico en el modelo tradicional de conservación-restauración, donde normalmente la restauración era reconocida como la actividad principal en la conservación patrimonial.

La conservación preventiva aborda varios aspectos como el control del clima y la luz, la lucha contra el robo y el vandalismo, el fuego y el agua. En esta línea «todas aquellas medidas y acciones que tienen como objetivo evitar o minimizar futuros deterioros o pérdidas, realizadas sobre el contexto o el área circundante al bien, o más frecuentemente sobre un grupo de bienes sin tener en cuenta su edad o condición, realizadas de forma indirecta, pues no interfieren con los materiales y las estructuras de los bienes y no modifican su apariencia», es la definición de Conservación Preventiva (ICOM, 2008).

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La respuesta del edificio a las condiciones climáticas y a los desastres naturales y de otra índole es una función de la ubicación, la configuración, los detalles, los materiales y los ensambles de construcción, y la historia del mantenimiento y uso de los espacios del edificio. Por lo tanto, comprender el comportamiento inherente del edificio para proteger su contenido contra los efectos perjudiciales del medio ambiente es esencial para identificar posibles modificaciones y medidas operativas que puedan mejorar su desempeño.

Este equilibrio estará sujeto a una evaluación de los riesgos a los que se expone una colección en determinadas condiciones. La gestión de riesgos es todo lo que hacemos para entender y gestionar posibles impactos negativos en nuestros objetos y colecciones.

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La aplicación de criterios de conservación preventiva sitúa el seguimiento y el control de las condiciones ambientales, junto con otras prácticas de inspección, control y mantenimiento, en el centro de su enfoque metodológico. Dichos criterios promueven la adopción de métodos de trabajo que permitan detectar de manera temprana los procesos de deterioro, antes de que tengan un impacto significativo en los propios bienes culturales, abordando así las causas subyacentes del deterioro en lugar de simplemente tratar los efectos. Por lo tanto, el seguimiento y control de las condiciones ambientales se posicionan como acciones indispensables para el desarrollo de un Plan de Conservación Preventiva.

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Objetivos

Proporcionar formación en conceptos, métodos de trabajo y técnicas de gestión de la conservación de los bienes culturales, con el fin de facilitar la implementación y difusión de la estrategia de Conservación Preventiva en las instituciones encargadas de preservar el patrimonio cultural.

 

El curso será dictado por investigadores del Instituto de Acondicionamiento Ambiental y del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de Universidad Nacional de Tucumán (UNT), y del Instituto de Investigación en Luz Ambiente y Visión (UNT-CONICET) además del profesor invitado Ing. Gaël de Guichen consejero en conservación del Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM).